Hace alrededor de seis meses, para un trabajo práctico de sonido, intente averiguar que tanto se puede ampliar un sonido sin destruirlo, a la manera de un microscopio, o de una
phantom. Quería escuchar, por ejemplo, en un golpe de tambor, el impacto bien lento, los primeros contactos. Lamentablemente, las limitaciones digitales para hacer esto son bastante grandes, y tras pocos intentos (uno o dos) me di por vencido.
Steve Reich, aparentemente, ya lo habia solucionado en 1970.
Lo que hace el tipo es muy groso. En lugar de ver a las ondas de sonido en si, como un material medio en duro que hay que modificar, el toma el otro aspecto natural del sonido, su extensión en el tiempo.
Four Organs es una pieza para cuatro organos electronicos y maracas que dilatan un acorde muy de a poco, por fases. Notas que comienzan durando una semicorchea (1/8 de pulso), pasados los trece minutos de la obra, duran 200 pulsos. El efecto es maravilloso. Se empiezan a escuchar armonías particulares entre notas del acorde que en una primera instancia, en un acorde compacto (el de las primeras cuatro vueltas de la canción esta), son indetectables. Me hace pensar en la limitación temporal del oido para distinguir duraciones, una especie de resolución máxima que tenemos para entender el tiempo. La matemática, la música, y el cerebro de reich, son el mejor microscopio para el oido y el tiempo que he (visto) jamás.
Cuando sea astrónomo voy a ser el pesado que escucha esa música molesta del espacio.